Nacionales

Construyendo patria

La información es poder y ese poder con el software privativo está en manos de las grandes corporacionesCanaima GNU/Linux surgió de la necesidad, a raíz del Decreto 3390, de tener una distribución nacional que pudiese servir para la administración pública nacional, de manera que no hubiese una anarquía en las instituciones en torno a la distribución GNU/Linux que seleccionaran, sino que existiese un estándar. Y aunque hubo un retraso en tener esa solución, desde hace más de un año, nació Canaima, que debe convertirse en el estándar de la administración pública nacional

Canaima hoy se encuentra en la versión 2.1, pero está apunto de dar su gran salto a 3.0. Kenny Ossa, miembro de la comunidad de Software Libre, explica que la nueva versión está basada en Debian 6.0, que es la última versión estable, que incluye mejoras sustanciales que le dan más madurez, fuerza y estabilidad. Además se le ha incorporado todo el desarrollo nacional que hacen de Canaima GNU/Linux un proyecto venezolano.
“Estamos haciendo cambios de fondo”, dice.

Kenny explica que cuando se empezó a construir Canaima se tomó como base Debian a la que le agregaron las aplicaciones. Ahora se está creando una base de Canaima, y desde allí surgirán sabores. “Para crear un Canaima Comunal, se toma esa base y se le agregarían las aplicaciones que requiere un Consejo Comunal”, explica. La meta es generar un Canaima Radio, hecho a la medida de las radios alternativas y comunitarias. También Canaima Forense, para apoyar la seguridad informática. “Pienso que la versión 3.0 constituye un hito, tras el cual vendrán grandes avances”, dice. Y espera que las normas impulsarán a los jefes de tecnología de las instituciones a construir patria.

Una nueva generación
Kenny está orgulloso de que el proyecto Canaima Educativa permita que muchos niños, antes excluidos, ahora puedan crecer de la mano de la tecnología, pero lo que le parece más valioso es que lo hagan respetando los valores de la libertad, que les permitirá compartir el conocimiento, ya que tendrán el derecho de estudiar y modificar el código, sin todas las restricciones que han impuesto los modelos basados sólo en un interés económico.

“Yo estoy seguro que en unos años, esos niños serán quienes estarán impulsando esa revolución tecnológica que hoy apenas estamos iniciando”, dice. No obstante, Kenny Ossa reconoce que todavía hay mucha resistencia a usar tecnologías libres, incluso por parte de aquellos que deben obedecer los mandatos del Decreto 3390. Aunque la comunidad de Software Libre ha tenido algunas alegrías, sobre todo con la reciente publicación en Gaceta Oficial de las normas técnicas que establecen el uso obligatorio de Canaima, considera que no sólo con esos elementos jurídicos se logrará captar devotos a la causa. Cree que hay que hacer un enorme trabajo para lograr que usen Canaima por convicción y no por obligación. Y sostiene que su adopción no se trata de un asunto técnico, ya que lo tecnológico es algo puntual, lo importante es la libertad con la que usas la tecnología, sobre todo en tiempos en que cada vez más es parte de nuestra vida cotidiana.

 

Entonces imagina un mundo dentro de 20 años dominado por el yugo de un modelo basado en el interés de unas pocas corporaciones enfocadas sólo en enriquecerse. Para Kenny ese futuro terrible, nos dominaría y sometería. Y mientras más intenso fuese el uso de esas tecnologías, mayor sería nuestra prisión. Kenny, en cambio, piensa que el conocimiento debe ser libre y su acceso debe ser universal. Kenny insiste en que el problema no es el hecho de pagar, aunque obviamente el uso de Software Libre supone enormes ahorros, sino el no tener control sobre esas herramientas.

Bajo el modelo privativo se genera un acceso desigual a la tecnología, que se hace más evidente en los países en vías de desarrollo, para quienes incluso crean versiones limitadas. Y compara las leyes del Copyright con los tiempos en que la Iglesia se apoderó del conocimiento, aunque aclara que las empresas no controlarían directamente nuestra información, tendrían el poder sobre las aplicaciones que la manejan, lo que termina siendo lo mismo, ya que el problema con el software privativo es que no le otorga al usuario la posibilidad de auditar el código, por lo que es un misterio el modo cómo maneja nuestra información, por lo que se convierte en un asunto de soberanía, ya que la información estratégica de un Estado podría caer en manos de intereses adversos.

“La información es poder”, recalca, y ese poder con el software privativo está en manos de las grandes corporaciones. Kenny Ossa insiste en que se trata de un gran riesgo, ya que existen múltiples puertas traseras en los sistemas privativos a través de las cuales se fuga la información. “Es muy fácil insertar un pequeño código que nos espíe”, advierte. Entonces relata cuando Amazon decidió borrar de su lector de libros electrónicos Kindle, 1984 y Rebelión en la granja de George Orwel, ejemplificando cómo bajo las tecnologías del presente unos pocos monopolios están queriendo controlar qué leemos, qué vemos y cómo pensamos.

“Eso dejó en evidencia lo catastrófico que sería que ellos tengan el control, ya que bajo el software privativo se está atado eternamente al control de las empresas”, comenta. Y ante la campaña de desprestigio que insisten todavía que el Software Libre no tiene la misma calidad que el software privativo, Kenny sostiene que afirmar hoy que el Software Libre es inferior, es estar ciego, cuando muchos gobiernos lo utilizan para manejar asuntos críticos, el 90% de Internet es soportado por servidores manejados por Software Libre y hay una avalancha de dispositivos basados en tecnologías libres. Sostiene que el software privativo promueve antivalores, como el egoísmo, que va en contra de la naturaleza gregaria del ser humano. Incluso penaliza el compartir.

“Somos lo que somos gracias a que alguien tuvo una idea y la compartió con otro, ese otro la alimentó y también la compartió, y se fue construyendo una masa de conocimiento colectivo”.

Fuente: La Red / Version web aquí

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