Software Libre

Razones por las que el Estado debe usar Software Libre

El uso de software bajo condiciones de licenciamiento restrictivas es inaceptable en un estado democrático El uso de software bajo condiciones de licenciamiento restrictivas (como las del llamado software privativo) es inaceptable en un estado democrático y republicano

Existen dos modos predominantes de licenciamiento de software: el libre y el privativo. El libre es aquel que respeta el derecho del usuario de usar, distribuir y modificar los programas. El privativo es aquel que restringe los derechos del usuario al mero uso de la funcionalidad del programa, bajo condiciones determinadas al solo criterio del dueño de los derechos de autor. Los derechos otorgados al usuario bajo una licencia privativa son insuficientes para las necesidades operativas del Estado. El Software Libre ofrece ventajas de índole económica, social, operativa y de seguridad nacional que hacen imperativo su uso en forma exclusiva en todas las áreas de la administración pública.

Software Libre y software privativo


El software, como mercadería, por lo general no está a la venta. Lo que el usuario adquiere, a través de una erogación monetaria o sin ella, es una licencia respecto de los usos que puede dar a los programas en cuestión. Nótese que esto es a diferencia de, por ejemplo, un libro o un disco, mercaderías en las que el cliente adquiere título real sobre algo que puede prestar, regalar, revender, citar, alquilar, resumir, etc.: al “comprar un programa”, el usuario por regla general no adquiere derecho de propiedad alguno, en muchos casos ni siquiera pasa a ser propietario del medio magnético u óptico en el que el sofware es entregado, que continúa siendo propiedad del autor original.

La licencia de uso de un programa en particular regula las maneras en las que el usuario puede utilizarlo. Si bien la variedad de tipos de licencia abarca todo el rango de posibilidades, desde las condiciones más leoninas hasta las más liberales, se las puede clasificar en dos grandes categorías: por un lado están las licencias conocidas como “libres”, y por otro las “privativas”. La gran diferencia entre estos tipos de licencia consiste en que un software licenciado de modo privativo por lo general otorga al usuario solamente el derecho de ejecutar el programa “tal como es” (es decir, con errores incluídos) en determinada computadora, prohibiendo expresamente todo otro uso, mientras que el software gobernado por una licencia libre permite al usuario no solo ejecutar el programa en tantas computadoras como desee, sino también copiarlo, inspeccionarlo, modificarlo, mejorarlo, corregir errores y distribuirlo, o contratar a alguien para que lo haga por él.

Estos derechos adicionales son herramientas clave e indispensables de todo software que vaya a ser usado en el entorno de la administración pública.

El software y la Seguridad Nacional

Para cumplir con sus funciones, el Estado debe almacenar y procesar información relativa a los ciudadanos. La relación entre el individuo y el Estado depende de la privacidad e integridad de estos datos, que por consiguiente deben ser adecuadamente resguardados contra tres riesgos específicos:

- Riesgo de filtración: los datos confidenciales deben ser tratados de tal manera que el acceso a ellos sea posible exclusivamente para las personas e instituciones autorizadas.

- Riesgo de imposibilidad de Acceso: los datos deben ser almacenados de tal forma que el acceso a ellos por parte de las personas e instituciones autorizadas esté garantizado durante toda la vida útil de la información.

-Riesgo de manipulación: la modificación de los datos debe estar restringida, nuevamente, a las personas e instituciones autorizadas.

La concreción de cualquiera de estas tres amenazas puede tener consecuencias graves tanto para el Estado como para el individuo. Cuando los datos son procesados electrónicamente, su vulnerabilidad a estos riesgos está dada por el software que lo procesa.

El Software Libre atiende las necesidades de la Seguridad Nacional

El Software Libre permite al usuario la inspección completa y exhaustiva del mecanismo mediante el cual procesa los datos. El interés en el mecanismo de procesamiento es mucho más que académico. Sin la posibilidad de la inspección, es imposible saber si el programa cumple meramente con su función, o si además incluye vulnerabilidades intencionales o accidentales que permitan a terceros acceder indebidamente a los datos, o impedir que los usuarios legítimos de la información puedan usarlo. Este peligro puede parecer exótico, sin embargo es muy concreto, y hay antecedentes documentados.

El hecho de permitir la inspección del programa es una excelente medida de seguridad, ya que al estar expuestos los mecanismos, estos están constantemente a la vista de profesionales capacitados, con lo que se vuelve inmensamente más difícil ocultar funciones maliciosas, aún si el usuario final no se toma el trabajo de buscarlas él mismo.

Al adquirir una licencia de uso de software privativo, en cambio, el usuario obtiene el derecho a ejecutar el programa en una computadora, pero no a conocer el mecanismo mediante el que el programa opera. Un elemento esencial de toda licencia privativa es la prohibición expresa al usuario de acaso intentar descubrir la manera en la que el programa funciona. Esta limitación puede ser razonable para un programa de juego, pero es inaceptable en todos aquellos casos en los que el programa maneja información útil, ya que al estar impedido de inspeccionarlo, al usuario sólo le queda la posibilidad de confiar en que sus proveedores, y también todos y cada uno de los empleados de sus proveedores, e incluso las entidades gubernamentales bajo las que su proveedores operan, se comporten de manera impecable y priorizando la seguridad del cliente aún por encima de sus propios intereses comerciales, nacionales o estratégicos. Esta confianza ya ha sido rota repetidas veces. Valgan dos ejemplos de la larguísima lista, ambos ampliamente documentados:

La “puerta trasera” de Interbase

El sistema de base de datos conocido como “Interbase” fue comercializado por muchos años por la firma Borland bajo una licencia privativa, en la cual se prohibía al usuario la inspección del programa. Durante el año 2000, sin embargo, Borland decidió publicar el programa bajo una licencia libre, gracias a la cual el programa está hoy a disposición del público en general, y está siendo sometido a escrutinio por programadores de todo el mundo. Recientemente, este escrutinio arrojó como resultado que durante al menos seis años, Borland había entregado a sus clientes (clientes que habían pagado por el privilegio de usar su software) un programa que contenía una “puerta trasera”, es decir un mecanismo oculto mediante el cual los conocedores del secreto podían forzar la entrada al sistema y manipular los datos del cliente a su antojo.

Nunca quedó claro si la puerta trasera había sido instalada con conocimiento de la dirección de la empresa o no. El hecho de haber hecho público el programa sin haber eliminado previamente esas funciones (en cuanto evidencia incriminatoria) sugiere que éstas fueron incorporadas al producto por algún programador anónimo, sin autorización de la empresa. De lo que no caben dudas es de que la intención fue maliciosa, y los usuarios de este producto estuvieron, sin saberlo, varios años a merced de los iniciados en el secreto. Hoy, gracias a que el programa está disponible bajo una licencia libre, la puerta trasera pudo ser cerrada.


Fuente: Somos Libres

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